viernes, 22 de mayo de 2015

"Capitalización de la enseñanza" por Rubén Sainz


La intención del escrito siguiente es realizar un análisis subjetivo sobre la enseñanza. Por tanto es que el desarrollo de dicho escrito y las ideas concebidas giran en torno al núcleo temático de una “enseñanza capitalizada”, especificándose lo contrario si fuera necesario en el cuerpo del propio escrito.
El escrito ha de ser imperiosamente de extensión reducida. El escrito, por tanto, es tan solo preciso en lo esencial, dejando de lado cuestiones secundarias aunque seguramente igual de relevantes. Por tanto, es casi inevitable que sea escueto en matizaciones e incluso de tono aforístico.
Qué es el conocimiento
El conocimiento no es el núcleo principal y por tanto primer motivo. El conocimiento ha de ser percibido como una herramienta entregada a un sistema. En términos financieros, el conocimiento (activo económico) se hace merecedor de inversión (horas) siempre y cuando este reparta beneficios (dividendos). Por tanto el conocimiento solo es merecedor de cultivo siempre y cuando tenga su correspondiente transcripción numérica. Además, de tal manera, el conocimiento es sometido a un juicio de valor que lo divide en válido o no válido, haciendo a este último tipo de conocimiento ilegítimo de inversión (sacrificio, tiempo).
En síntesis, podemos aclarar que la nota es el bien final al que se subordinan todas las acciones de un estudiante, siendo estas, por tanto, por siempre interesadas, y nunca con un compromiso completo con el simple conocer.
¿Cómo es el conocimiento?
El conocimiento, al no ser el principal núcleo de un sistema de educación, está adaptado al estudio mediante etiquetas, divisiones y criterios en muchas ocasiones, de muy dudosa fiabilidad y rigurosidad.
¿A quién sirve?
Las notas o los exámenes de manera inevitable consienten que el aprendizaje no tenga una repercusión directa en el individuo, en cuanto a su reconocimiento con él mismo y su entorno. Cierto es que el conocimiento sirve al estudiante, pero le sirve en tanto que sirve a un sistema en el que él está involucrado y por tanto, no a él de una manera directa.
El conocimiento del método
El siguiente tema es arduo y extenso, aunque fácilmente sintetizable. Dos son sus rasgos. Primero, al no ser el conocimiento el objetivo primero, este, aparece adaptado y etiquetado.
Segundo, el método son el conjunto de normas de aplicación de dicha información adaptada.
La enseñanza, no considerando el conocimiento como objetivo primero, lo considera una herramienta utilitaria, que se subordina al objetivo primero que es la calificación.
Por tanto decimos que el método es la correcta impresión de la información en virtud de la calificación. El conocimiento del método es el cultivado en la enseñanza capitalizada por servir al primer objetivo que es la calificación. El conocimiento del método no es el conocimiento como tal, sino la adaptación al bien primero y además, es el que sigue una serie de normas y pautas de impresión establecidas. Se adoctrina en cómo plasmar, y no en el qué plasmar; en cómo hacer uso de la información en virtud de la calificación.
Sobre los estudiantes – Medición de competencia
Las competencias de un alumno se toman en base a una sucesión de pruebas escritas a lo largo del año escolar. Dichas pruebas poseen varias características que también serían dignas de mención. Las más destacadas son dos: El conocimiento del método (ya explicado) y la ley de la productividad (en términos económicos).
La competencia de un alumno se basa en una sucesión de fotografías mal tomadas, que quedan injustamente inmortalizadas. Están “mal tomadas” en tanto que representan un conocimiento de un momento determinado. No obstante, el conocimiento del método legitima el olvido (no puede ser desarrollado aquí).
Sobre los estudiantes – La responsabilidad
El siguiente punto es arduo y extenso. La responsabilidad concebida en una educación capitalizada no tiene que ver con la autorresponsabilidad, basada en una elocuencia moral y de actuación propia de un sujeto. En vez de eso, el “muro” ya está construido, la idea de responsabilidad ya está tallada; tan solo respétalo.
El fundamento de una moral y de una identidad propia de cada persona se construye a través de actitudes desprestigiadas tales como el pensamiento. Por tanto la autorresponsabilidad es imposible en un sistema que, en palabras de Kant o de la ilustración, elimina el plano de actuación intelectual (la emancipación) de cada individuo, frustrando la creación de un código de actuación propio de cada persona.
Por tanto la verdadera responsabilidad consistirá en aceptar, respetar y trabajar el “muro” ya construido. Por tanto la verdadera responsabilidad consistirá la fundamentación de todas las actuaciones de un individuo en virtud del objetivo primero (notas, exámenes…).
Por tanto la verdadera responsabilidad de un individuo es la “no-responsabilidad”, que se basa en la aceptación o la sumisión ante lo establecido.
Destacar o señalar por último que la valoración capitalista de la enseñanza y la valoración de una enseñanza basada en el desarrollo personal fruto del cultivo del pensamiento o la ejercitación de la autocrítica, la autorresponsabilidad o el rigor moral, crean una situación necesariamente antagónica.
Señalar de nuevo, por último, que la imperiosa necesidad de realizar un escrito reducido, hace que se disipen o no se traten determinados aspectos interesantes de análisis y que por tanto, si algún curioso tuviera interés en leer una versión más extensa y detallada, incluso un tanto más literaria y más rigurosa y meticulosa, puede contactar conmigo a través del correo electrónico aquí facilitado: rubensainz6@gmail.com

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