viernes, 16 de diciembre de 2011

Normas para el Club Lector 2011-12


Aquellos interesados en participar en el Club Lector 2011-12 deberán seguir los siguientes pasos:

1.     Seleccionar una de las lecturas y elegir para su desarrollo uno de los temas propuestos para cada una de las obras.

2.     Elaborar una exposición personal sobre el tema elegido y su tratamiento. Se valorará el rigor en el análisis, la originalidad y la corrección escrita.

3.     Aspectos formales para la presentación del trabajo
  • Letra ARIAL.
  • Fuente de letra: 12 puntos.
  • Título: en negrita. El título no tiene por qué ser el del tema elegido; se admite una titulación personal del tema elaborado.
  • Márgenes: configuración por defecto (3 cm. x 2,5 cm.).
  • Extensión: 2.500 caracteres (sin espacios). [En Word entrar en el menú y abrir “Revisar”. A la izquierda, en el comando “Revisión” pulsar “Contar palabras”].
  • Siempre que se cite el título de la obra elegida, se anotará en cursiva.
  • Los datos personales del alumno figurarán en portada.
4.     Las participaciones se remitirán en archivo adjunto a través del correo electrónico a la dirección del Departamento de Lengua Castellana y Literatura: lengua.ieslasllamas@gmail.com.

5.     Aquellas participaciones más interesantes entrarán a formar parte del blog, constando la autoría del alumno.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Temas para el Club Lector 2011-12

Para participar en el Club Lector será necesario desarrollar uno de los temas que a continuación se relacionan.

El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad:
§  El horror como protagonista.
§  La soledad del ser humano.
§  La soberbia del colonizador.

Esperando a los bárbaros, de John Coetzee:
§  El miedo al diferente.
§  La tortura como degradación del ser humano.
§  La narración como una metáfora del presente.
§  Las costumbres del magistrado.

El sueño de África, de Javier Reverte:
§  La decepción y el desencanto.
§  La mitología en torno a África.
§  Pasado y presente en el explorador de África.
§  Las antiguas instituciones de poder en África.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Javier Reverte

Javier Reverte nació en 1944 en Madrid. Estudió Filosofía y Periodismo. Ejerció como periodista durante casi 30 años, trabajando como corresponsal de prensa en Londres (1971-1973), París (1973-1977) y Lisboa (1978) y como enviado especial en numerosos países de todo el mundo. También ha ejercido como articulista, cronista político, entrevistador, editorialista, redactor-jefe de mesa, reportero del programa En Portada de TVE y subdirector del desaparecido diario Pueblo.
Atraído desde siempre por la creación literaria, ha trabajado como guionista de radio y televisión y ha escrito novelas, poemarios y libros de viajes.
Viajero incansable, Reverte ha cosechado un gran éxito de ventas con sus libros de viajes, y, en particular, con su Trilogía de África (formada por El sueño de África, Vagabundo en África y Los caminos perdidos de África) en la que combina sus experiencias directas con referencias históricas sobre las tierras que visita, explicando a través del pasado la situación del presente, o traza paralelismos con las vivencias de otros escritores que pasaron por el mismo lugar, como Joseph Conrad con su libro El corazón de las tinieblas.
Sus libros de viajes se caracterizan por aproximar al lector con naturalidad y ternura a los paisajes, rostros e historias que el Reverte viajero encuentra en el camino, mezclándolos con profusas notas históricas, que persiguen colocar al lector en el contexto adecuado, y con puntuales reflexiones filosóficas y políticas.
Además de la Trilogía africana, Reverte ha publicado otras obras de notable éxito como la Trilogía de Centroamérica, tres novelas que transcurren en Nicaragua, Guatemala y Honduras; las novelas Todos los sueños del mundo o La noche detenida; los libros de viajes El corazón de Ulises (ambientado en Grecia, Turquía y Egipto) y El río de la desolación; los poemarios Metrópoli y El volcán herido; y ensayos históricos como Dios, el diablo y la aventura, centrado en la figura de Pedro Páez, misionero jesuita en Etiopía durante el siglo XVII.
En 2006 aparece su obra La aventura de viajar, historias de viajes extraordinarios, un libro donde narra su vida como viajero, desde las excursiones infantiles, pasando por las crónicas de guerra que le llevaron por todo el mundo hasta sus vivencias como mochilero, que le han llevado a conocer lugares inhóspitos y alejados de nuestro mundo occidental. Tres años después narra en El río de la luz su viaje por Alaska y Canadá, siguiendo la senda de la fiebre del oro y las peripecias de autores como Jack London.
Su última obra (2011) se titula En mares salvajes. Un viaje al Ártico, y en ella describe su viaje a través del Paso del Noroeste, la ruta marítima del norte canadiense que une el océano Atlántico con el Pacífico a través de aguas árticas.

martes, 13 de diciembre de 2011

John Coetzee

John Maxwell Coetzee nació en Ciudad del Cabo el 9 de febrero de 1940. Cuando tenía ocho años, su familia se trasladó a Worcester, en la provincia de Karoo, una zona casi desértica. Allí transcurrió su infancia.
Cuando tuvo que escoger estudios universitarios, se decidió por la Universidad de Ciudad del Cabo. En 1961 terminó, con resultados excepcionales, sus estudios de lengua y literatura inglesa y de matemáticas; esa doble disciplina determinó buena parte de su futuro inmediato, pues ese mismo año viajó a Londres con la intención de hacerse escritor, y fue su trabajo como programador informático el que le permitió costearse la vida en la metrópolis del imperio.
Coetzee fue contratado, no mucho tiempo después de su llegada, por IBM, pero el exceso de trabajo y la rutina pronto le resultaron insoportables, y, luego de renunciar a su trabajo, pudo dedicar más tiempo a la tesis en que estaba trabajando. Dos años más tarde marchó a Estados Unidos, en concreto a la Universidad de Austin (Texas).
En 1968, cuando se mudó a Buffalo para trabajar como profesor en la Universidad Estatal de Nueva York, Coetzee comenzó la redacción de una especie de genealogía o memoria familiar. El texto acabó por convertirse en su primera novela: Dusklands. Para cuando la publicó, en 1974, ya había abandonado Estados Unidos, y llevaba dos años ejerciendo como profesor en la Universidad de Ciudad del Cabo. Ese puesto ocuparía la siguiente década de su vida.
En 1977 apareció En medio de ninguna parte; la repercusión de la novela fue extraordinaria y fue para Coetzee una especie de presentación en sociedad.
Luego vinieron Esperando a los bárbaros (1980), Vida y época de Michael K (1983) y Foe (1986). En las dos primeras ahondó en la condición de su país, en la culpa de los blancos colonizadores y su posible expiación. Vida y época... ganó el Premio Booker, y situó a su autor en el ámbito más amplio de la prosa en lengua inglesa.
En 1984 fue nombrado profesor de literatura general de la Universidad de Ciudad del Cabo.
Después del experimento de Foe, Coetzee publicó su novela más clásica, La edad de hierro (1990), un texto deudor de la literatura confesional, y El maestro de Petersburgo (1994), dedicado a la figura de Fiodor Dostoievski.
El siguiente desvío fue Desgracia, novela con la que ganó en 1999 su segundo Premio Booker. 
En 2002 se mudó a Australia, y ejerce desde entonces como profesor de la Universidad de Adelaida.
En el año 2003 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Joseph Conrad (1857-1924)


Joseph Conrad es un novelista británico de origen polaco considerado uno de los más grandes escritores modernos. Su verdadero nombre fue Józef Teodor Konrad Korzeniowski.
Nació en 1857 en una localidad que entonces formaba parte de Polonia y que en la actualidad es Ucrania. Hijo de un noble polaco, quedó huérfano a los once años y estuvo bajo la tutela de su abuela y su tío paternos. A los dieciséis abandonó Polonia rumbo a Marsella, donde inició su andadura como marino mercante, que lo llevaría en una primera etapa a comerciar con armas para las tropas carlistas españolas y a un intento de suicidio.
Ante la imposibilidad de llegar a oficial en la marina francesa y huyendo del peligro de ser reclutado por el ejército zarista (era súbdito ruso de la Polonia ocupada), se trasladó a Londres en 1878, sin saber inglés.
Dos años después aprobó el examen que lo convirtió en segundo oficial de la marina mercante, y seis años más tarde el que le proporcionaría el grado de capitán, casi al tiempo que pasó a ser súbdito británico.
Navegó durante toda la década siguiente, particularmente por los mares del sur, el archipiélago malayo, África y el río Congo, experiencias que se reflejarían en su obra posterior.
Conrad no comenzó a escribir hasta 1889, en que dio inicio a La locura de Almayer (1895), que no terminaría hasta cinco años más tarde, durante los cuales aún continuó navegando, actividad que abandonó definitivamente en 1894. El éxito, no obstante, tardó en llegarle; fue con Chance (1912), de la que se vendieron más de 13.000 ejemplares en dos años, pese a que desde el principio sus libros fueron bien recibidos por la crítica.
Aunque la mayor parte de sus narraciones tienen como telón de fondo la vida en el mar y los viajes a puertos extranjeros, la suya no es una literatura de viajes en sentido estricto. Éstos constituyen, para Conrad, el ámbito en el que se desarrolla la lucha de los individuos entre el bien y el mal, el escenario en el que se proyectan sus obsesiones y, en particular, su soledad, su escisión, el desarraigo (su condición de polaco oprimido primero y luego exiliado debió dejar fuerte impronta en su carácter).
Escribió en total trece novelas, dos libros de memorias y una buena cantidad de relatos. Entre las primeras destacan Lord Jim (1900), indagación en torno al problema del honor de un marino que sufre por su cobardía juvenil en un naufragio; Nostromo (1904), a menudo considerada su mejor creación; El agente secreto (1907), a propósito del mundo anarquista inglés; Bajo la mirada de Occidente (1911), situada en la Rusia zarista; Victoria (1915), ésta con los mares del sur como escenario y La línea de sombra (1917), narración abiertamente autobiográfica acerca de su primera singladura como capitán a bordo del Otago.
Entre sus relatos largos o novelas breves es preciso mencionar El corazón de las tinieblas, publicado en forma de libro en 1902, que constituye, a partir de su recorrido por el río Congo, una verdadera bajada a los oscuros infiernos de la mente humana y su corruptibilidad. Aunque sostuvo cordiales relaciones con algunos ilustres escritores de su tiempo como H. James o H. G. Wells, y aunque con F. M. Ford escribió varias novelas conjuntamente, se mantuvo casi siempre al margen de la vida literaria.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Imitación de Byron: la Rima XIII de Bécquer


Cronológicamente, la primera rima que Gustavo Adolfo Bécquer publicó en la prensa de la época es la que en la actualidad, y después de la ordenación que sus amigos hicieron de los poemas al morir, lleva el número XIII (“Tu pupila es azul…”).
Esta rima apareció publicada el 17 de diciembre de 1859 en la sección poética de un semanario de la época llamado El Nene con el título de “Imitación a Byron”.
El poema de Lord Byron (1788-1824) al que sigue Bécquer en esta composición es el que comienza como “I saw thee weep”. Este poema forma parte de su obra Hebrew Melodies (Melodías hebreas) publicada en 1815.
I
I saw thee weep — the big bright tear
   Came o’er that eye of blue;
And then methought it did appear
   A violet dropping dew—
I saw thee smile — the sapphire’s blaze
   Beside thee ceased to shine;
It could not match the living rays
   That fill’d that glance of thine.


II
As clouds from yonder sun receive
   A deep and mellow dye,
Which scarce the shade of coming eve
   Can banish from the sky—
Those smiles unto the moodiest mind
   Their own pure joy impart;
Their sunshine leaves a glow behind
   That lightens o’er the heart.


La traducción del poema es la siguiente:

I
¡Te vi llorar! Tu lágrima, bien mío,
en tu pupila azul brillaba inquieta,
como la blanca gota de rocío
sobre el tallo gentil de la violeta.

¡Te vi reír! Y un fecundo mayo,
las rosas deshojadas por la brisa
no pudieron copiar en su desmayo
la inefable expresión de tu sonrisa.


II
Así como las nubes en el cielo
del sol reciben una luz tan bella,
que la noche no borra con su velo,
ni eclipsa con su luz la clara estrella.

Tu sonrisa transmite la ventura
al alma triste, y tu mirada incierta,
deja una dulce claridad tan pura
que llega al corazón después de muerta. 


La imitación de Bécquer es muy concreta en la segunda estrofa de la Rima XIII. Compárense los cuatro primeros versos de Byron con los cuatro de esta segunda estrofa.

Tu pupila es azul y, cuando lloras,
las transparentes lágrimas en ella
se me figuran gotas de rocío
sobre una vïoleta.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Introducción sinfónica a las "Rimas"

Los extravagantes hijos de mi fantasía duermen por los tenebrosos rincones de mi cerebro, acurrucados y desnudos, esperando en silencio que el Arte los vista de la palabra, para poderse presentar decentes en la escena del mundo.
Fecunda, como el lecho de amor de la Miseria, y parecida a esos padres que engendran más hijos de los que pueden alimentar, mi Musa concibe y pare en el misterioso santuario de la cabeza, poblándolo de creaciones sin número, a las cuales ni mi actividad ni todos los años que me restan de vida serían suficientes a dar forma.
Y aquí, dentro, desnudos y deformes, revueltos y barajados en indescriptible confusión, los siento a veces agitarse y vivir con una vida obscura y extraña, semejante a la de esas miríadas de gérmenes que hierven y se estremecen en una eterna incubación, dentro de las entrañas de la tierra, sin encontrar fuerzas bastantes para salir a la superficie y convertirse, al beso del sol, en flores y frutos.
Conmigo van, destinados a morir conmigo, sin que de ellos quede otro rastro que el que deja un sueño de la medianoche que a la mañana no puede recordarse. En algunas ocasiones, y ante esta idea terrible, se subleva en ellos el instinto de la vida, y agitándose en terrible, aunque silencioso tumulto, buscan en tropel por dónde salir a la luz de las tinieblas en que viven. Pero, ¡ay!, que entre el mundo de la idea y el de la forma existe un abismo, que sólo puede salvar la palabra, y la palabra, tímida y perezosa, se niega a secundar sus esfuerzos. Mudos, sombríos e impotentes, después de la lucha inútil lucha vuelven a caer en los surcos de las sendas, si cae el viento, las hojas amarillas que levantó el remolino […].
El Insomnio y la Fantasía siguen procreando en monstruoso maridaje. Sus creaciones, apretadas ya como las raquíticas plantas de vivero, pugnan por dilatar su fantástica existencia, disputándose los átomos de la memoria como el escaso jugo de una tierra estéril. Necesario es abrir paso a las aguas más profundas, que acabarán por romper el dique, diariamente aumentadas por un manantial vivo.
¡Andad, pues; andad y vivid con la única vida que puedo daros! Mi inteligencia os nutrirá lo suficiente para que seáis palpables. Os vestirá aunque sea de harapos, lo bastante para que no avergüence vuestra desnudez. Yo quisiera forjar para cada uno de vosotros una maravillosa estrofa tejida de frases exquisitas, en la que os pudierais envolver con orgullo, como en un manto de púrpura. Yo quisiera poder cincelar la forma que ha de conteneros, como se cincela el vaso de oro que ha de guardar un preciado perfume. ¿Más es imposible?

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Las dos poesías, según G.A. Bécquer

Hay una poesía magnífica y sonora; una poesía hija de la meditación y el arte, que se engalana con todas las pompas de la lengua, que se mueve con una cadenciosa majestad, habla a la imaginación, completa sus cuadros y la conduce a su antojo por un sendero desconocido, seduciéndola con su armonía y su hermosura.
Hay otra natural, breve y seca, que brota del alma como una chispa eléctrica, que hiere el sentimiento con una palabra y huye; desnuda de artificio, desembarazada dentro de una forma libre, despierta, con una que las toca, las mil ideas que duermen en el océano sin fondo de la fantasía.
La primera tiene un valor dado: es la poesía de todo el mundo.
La segunda carece de medida absoluta: adquiere las proporciones de la imaginación que impresiona: puede llamarse la poesía de los poetas.
La primera es una melodía que nace, se desarrolla, acaba y se desvanece.
La segunda es un acorde que se arranca de un arpa, y se quedan las cuerdas vibrando con un zumbido armonioso.
Cuando se concluye aquella, se dobla la hoja con una suave sonrisa de satisfacción.
Cuando se acaba ésta, se inclina la frente cargada de pensamientos sin nombre.
Gustavo Adolfo Bécquer,
prólogo a la obra La soledad de Augusto Ferrán (1861).

martes, 22 de noviembre de 2011

Dos poemas de Heinrich Heine (1797-1856)

XX
Si supieran las flores
cuán triste y lacerado
está mi corazón, derramarían
de sus perfumes, en mi herida, el bálsamo.

Si supieran las aves
cuán triste y cuán enfermo
estoy, alegres cantos
dieran, por distraer mi pena, al viento.

Si las estrellas de oro
conocieran mi pena,
el cielo dejarían y a prestarme
consuelos de fulgores descendieran.

Pero ¡ay! que nadie puede
conocer mi quebranto;
ella sólo lo sabe,
ella, que el corazón me ha destrozado.

LV

En noche fría y triste, paseaba
por el bosque sombrío mi tristeza,
y el árbol que a mi paso despertaba,
compasivo inclinaba la cabeza.

domingo, 20 de noviembre de 2011

¿Qué significa el nombre de “las llamas”?


El instituto “Las Llamas” toma su nombre de la zona de la ciudad de Santander en donde está situado. Esta zona es conocida desde antiguo con el nombre de Las Llamas.
A pesar de que la palabra nos lleva a pensar directamente en la voz llama con el sentido de “fuego”, el significado no tiene nada que ver con esta realidad.
Llama o lama es una palabra que significa “cieno blando, suelto y pegajoso, de color oscuro, que se halla en algunos lugares del fondo del mar o de los ríos, y en el de los recipientes o lugares en donde hay o ha habido agua largo tiempo” (Diccionario de la Real Academia, v. lama).
En nuestro caso, el significado lo recibe de la vaguada que en la actualidad ocupa el parque. Antes de la construcción del parque, Las Llamas era un lugar en donde se acumulaban las aguas pluviales en el fondo de la hondonada. Eran aguas estancadas que llegaban a convertirse en pútridas al cabo de los días. Por esa razón, antes de la construcción del parque se tuvo que acometer el saneamiento de toda la zona, impidiendo el estancamiento de las aguas.
Con respecto al origen de la palabra, existen tres teorías. El filólogo catalán Joan Corominas defiende un origen latino a partir de la raíz lama, “charco”; por su parte, Ramón Menéndez Pidal propone un origen ambroilirio; por último, Hubshmidt plantea una etimología celta. En todo caso, lama o llama es una palabra que solo se utiliza en el noroeste de la Península Ibérica, lo que da más verosimilitud a la tercera de las hipótesis.
Esta palabra presenta dos formas: con <l-> inicial (lama) o con palatalización de <l-> inicial (llama).
Con la aplicación de distintos sufijos, forman parte de la misma familia léxica palabras como llamedo, llamiza, llamosa, llamera, llamazar o llamazares. En todas ellas el terreno cenagoso que almacena agua es el que dio origen al nombre.

viernes, 18 de noviembre de 2011

La creación poética, según Bécquer

Es una verdad tan innegable que se puede elevar a la categoría de axioma el que nunca se vierte la idea con tanta vida y precisión como en el momento en que esta se levanta semejante a un gas desprendido y enardece la fantasía y hace vibrar todas las fibras sensibles, cual si las tocase alguna chispa eléctrica.
Yo no niego que suceda así. Yo no niego nada; pero, por lo que a mí toca, puedo asegurarte que cuando siento no escribo. Guardo, sí, en mi cerebro escritas, como en un libro misterioso, las impresiones que han dejado en él su huella al pasar; estas ligeras y ardientes hijas de la sensación duermen allí agrupadas en el fondo de mi memoria hasta el instante en que, puro, tranquilo, sereno y revestido, por decirlo así, de un poder sobrenatural, mi espíritu las evoca, y tienden sus alas transparentes, que bullen con un zumbido extraño, y cruzan otra vez por mis ojos como en una visión luminosa y magnífica.
Entonces no siento ya con los nervios que se agitan, con el pecho que se oprime, con la parte orgánica natural que se conmueve al rudo choque de las sensaciones producidas por la pasión y los afectos; siento, sí, pero de una manera que puede llamarse artificial, escribo como el que copia de una página ya escrita; dibujo como el pintor que reproduce el paisaje que se dilata ante sus ojos y se pierde entre la bruma de los horizontes. [...]
Todo el mundo siente. Sólo a algunos seres les es dado el guardar como un tesoro la memoria viva de lo que han sentido. Yo creo que estos son los poetas. Es más: creo que únicamente por esto lo son.
Gustavo Adolfo Bécquer, Cartas literarias a una mujer